Editor Autodefinido
Una panorámica desnuda a nuestro editor que inmerecidamente se ve favorecido.
Un viajero incansable que considera que el mundo amanece después de Chaplín, Sabella, Epicuro, Verón... Gambeteó desde niño un fútbol que lo acompañó durante la adolescencia hasta que el rock lo subíó a los escenarios como telonero de Vox Dei, Fricción, Los Intocables, Los Cadillacs y otras bandas de rock.
Con humor, comedia o drama recorrió, también, las tablas de los teatros platenses. Recibió, en nombre del mejor programa televisivo de humor, el Martín Fierro Federal 1996. Subió al escalón del podio al año siguiente.
Con el título de Diseñador Gráfico en desuso, coqueteó con la ficción y el humor literario al publicar cuatro libros con historias que corren tras una pelota en el barrio de Tolosa, La Plata. Otros tantos esperan ver el papel.
Se instaló en Barcelona y acunó a la ciudad gaudiana como su segunda casa, sin olvidar que las diagonales de La Plata cruzan su vida a diario ni pretender abandonar el primer lugar en su memoria.
Pasional, honesto y más pasional; rebelde, atrevido e idealista; aprendió de su padre a buscar lo que quiere, de su madre a soñar con letras y de su hijo a pensar en voz alta. De su novia, que la lealtad y la ética no aceptan condiciones. De su hermano que la perseverancia no se negocia. Sueña con ser lo mejor que él pueda ser para cada uno de ellos. Sueña con los ojos abiertos.
Se deja tentar por el sushi, el asado, los fideos de paquete. La cuchara, después de la cena, se sumerge sola en el pote de dulce de leche a la espera de su llegada.
Gustavo Ruffo vive su segunda vida después que la primera lo meneó como emprendedor gastronómico. La deshonestidad de funcionarios le embargó la primera mitad en un ámbito que nunca fue el suyo y decidió tirarse a la pileta sin saber si había agua. A los 50 años, avanzó su oficio tardío en la Carrera de Comunicador Social, un año después ingresó en la Facultad de Letras y, desde el inicio del verano, la Escuela de Comunicación hospeda su iniciativa de crecimiento.
En su documento se borronea la fecha de nacimiento y, en su lápida, probablemente sólo vaya a figurar nombre y apellido sin poder precisar otros registros… pero con una larga historia de vida.
Gustavo Ruffo
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